"Mi padre dijo una vez: si quieres ver el alma de alguien, tienes que conocer sus sueños. Asì sentiràs compasiòn por aquellos que estàn peor que tù". Arizona Dream - Emir Kusturika

viernes, 19 de febrero de 2010

LAMIA ( MONSTRUO DE LA MITOLOGÌA GRIEGA)


Entonces esa vez me dije – a Soledad le han dejado sola – mientras ella se hundía en lo profundo del sueño. La bella que ahora mismo estará cruzando el limite del rio. Su sangre brotaba caudalosamente, imaginaba esa agua contaminada por miles de cuerpos, de sangres destinadas a envenenar el paso, de olores nauseabundos, su sangre pintaría los rasgos de una víctima mas, pero lo certero era que mientras ella cruzaba yo tomaba de aquella, una gota, un cuerpo, una yaga en su vientre. El vacio superaría luego su dolor momentáneo, un hueco, una llaga muy abierta con ausencia infante. Disfrutaba aquel acto y era innegable no sentirlo, siendo la única forma de apaciguar esas imágenes que me han torturado desde siempre, antaño me acompañaron, ya no se en que temporalidad existo, si fue alguna vez o es la condena también de repetir el mismo presente eterno, no lo se. Pero mientras mutilaba sus miembros, apaciguaba aquella molestia, horror de tener que arrancarme los ojos día y noche, horror de arrancarme el alma para no sufrir más la condena de perderle de nuevo.

Aquella noche infinita, un mismo niño, una misma bella mujer, la misma sangre atravesando las paredes, yo tendida disfrutando de otro cuerpo débil, un niño que arrancaba del vientre ajeno, para presenciarlo mío, para tenderlo en mis propias entrañas otra vez. De regresar a su lugar de origen lo que se ha ido pero que nos pertenece desde siempre. Solo así podía cesar el llanto en mi cabeza, sus delicadas manos ya no posaban el desierto, sus párpados se distanciaban de cerrarse. La soledad se había ido, la mutilación del vientre llevaba consigo una criatura compañera, ella iba conmigo. El otro bulto era tan solo una caneca deshecha, una madre suplicante (lo recuerdo), conmocionada por el hígado arrancado de su alma. Un pedazo de víscera para saciar la sed de no amamantar, de no dar vida. Todos los abrazos y los afectos eran fallidos por la condena.

Luego regresaban los acusadores, los recuerdos. Los alaridos fuertes del que pierde la vida, mientras tanto, la llama se regocija en mis pupilas, azufre curador de sus pies lastimados, yo le abro mientras lloro, mientras se va y yo me quedo lamentándole, mientras le limpio sus heridas con mis lagrimas, el llora, yo lloró, pero es azufre, la fuente que emana de mi es veneno puro, llama ardiente, dolor profundo.

El dolor de parir es el llanto inconsolable de un bebe quemado, niño de mi guarida abierta, como te has salido para beberte mi alma, lo haces de nuevo. Ella sigue ahí tendida, la mujer, el despojo de un cuerpo. Yo sigo lacerando mi criatura, mientras le consuelo, mis manos no son dulces, son cuchillos, cuando tengo. Son ellas las lastimadoras de tu cuerpecito moribundo, si por casualidad beso tus ojitos perdóname los clavos que penetro en tu virgen vida, por eso lloro, por eso te hago daño sin quererlo, lloro, mientras me alimento y recuerdo, la posibilidad de verme afuera en otra madre, otro hijo mío que comeré, será otra la que llore por mi, en esta ocasión, mientras yo me lamento por el recuerdo del mío perdido. - A soledad le han dejado sola – me digo, me repito, me veo ir.

miércoles, 17 de febrero de 2010

No es su voz, es la mia, es la de ella, o la de alejandra?...cuàl alejandra? ella o ella? ella o yo, No, es ALEJANDRA...pero cuàl de las dos? la otra.

Destino - Salvador Dalí y Walt Disney


“Ella era la pequeña ventanita, el minúsculo agujero luminoso en mi sombría cueva de angustia. Era la de redención, el camino de la liberación. Ella tenía que enseñarme a vivir o a morir; ella, con su mano segura y bonita, tenía que tocar mi corazón entumecido, para que al contacto de la vida floreciera o se deshiciese en cenizas.”

Dolores - Soledad Acosta

Dolores - Soledad Acosta
“Yo estaba muy triste entonces: el corazón humano, sin exceptuar el mío, me parecía tan pequeño, variable e indigno, bien que en lo íntimo de él guardase el recuerdo de la mujer que amé como un ángel, pero que se había convertido para mí en un ser débil, fútil, y fácilmente llevado por la voluntad ajena. A veces la conciencia me acusaba de haber cambiado yo también. Era cierto, pero no había empezado a sentirme indiferente sino cuando advertí en ella despego. Su silencio y sus vacilaciones durante nuestra separación me la habían mostrado bajo otra luz, y el antiguo ideal había desaparecido para mí"

De las tardes-Fernando Delgadillo

De las tardes-Fernando Delgadillo
Si te tuviera una tarde para abrevarme en la voz, murmurante de tus fuentes una tarde para dos. Una tarde para siempre por las tardes que no estás, por las tardes que no han sido, y por las que ya no te vas. Quién te tuviera una tarde para andante recorrer las veredas, los atajos en los campos de tu piel, recorriendo amante valles, lomas, cauces de agua y flor, conquistando tus llanuras. toda una puesta de sol.

Herida - Rimbaud

Herida - Rimbaud
“Era la forma que revestía un amor ávido de exceder el límite de las cosas y, sin embargo, ¿cuántas veces alcanzamos momentos de felicidad irrealizables, noches estrelladas, arroyuelos que transcurren?: en el bosque de Lyon, ya en la noche, ella caminaba en silencio... sentía cómo mi destino caminaba a mi lado... Es imposible expresar con una sola frase la posibilidad que tenía de reconocerla: también soy incapaz de expresar su belleza, belleza imperfecta, móvil imagen de un destino ardiente y tenue. La fulgurante transparencia de esas noches es también inefable”. Bataille

La despedida-Fito Paez

La despedida-Fito Paez
Sabe amargo el licor, de las cosas queridas, se acabó lo mejor, quién nos quita esta herida, tu me pierdes a mí yo te doy por perdida, es la hora de huir, la despedida, la despedida ...

Ms Dalloway - Virginia Woolf

Ms Dalloway - Virginia Woolf
“Con todo, en algunas ocasiones era incapaz de resistirse al encanto de una mujer, no de una niña, de una mujer confesándole, como hacían a menudo, un mal paso, una locura. Y ya fuera por compasión, o por su belleza, o porque ella era mayor, o por alguna contingencia – como un leve aroma, o un violín en la casa de al lado (tan extraño era el poder del sonido de algunos momentos), ella sentía sin lugar a dudas, lo que los hombres sienten. Sólo por un instante; pero era suficiente. Era una revelación súbita, una especie de excitación, como un sofoco, que tratabas de contener, pero conforme se extendía no te quedaba más remedio que entregarte a temblar y sentías que el mundo se te acercaba, hinchando con un significado sorprendente, con una especie de pasión que te llevaba al éxtasis, porque estallaba por la piel y brotaba y fluí a como un inmenso alivio por fisuras y llagas. Y entonces, en ese preciso momento, había tenido una iluminación. La luz de una cerilla en una flor de azafrán; un significado interior que casi llegaba a verbalizarse. Pero la presión se retiraba; lo duro se volvía blando; el momento había terminado”.

Jose Luis Guerin - Las mujeres que no conocemos

Jose Luis Guerin - Las mujeres que no conocemos
"Vislumbraba uno de esos seres que a través de su rostro especial nos anuncia la posibilidad de una felicidad nueva. Cuando es especial, la belleza multiplica las promesas de felicidad. Cada ser es como un ideal aún desconocido que se abre a nosotros. Y ver pasar un rostro deseable que no conocíamos nos abre nuevas vidas que deseamos vivir. Desaparecen a la vuelta de la esquina, pero esperamos volver a verlos, nos quedamos con la idea de que hay más vidas por vivir de las que pensamos, lo que da más valor a nuestra persona. Un nuevo rostro que ha pasado es como el encanto de un nuevo lugar que nos ha revelado un libro. [...] Qué importa si no partimos, sabemos que existe, tenemos una razón más para vivir. Así miraba por la ventana para ver que la realidad y la posibilidad de vida que sentía junto a mí a cada hora contenían innumerables posibilidades diferentes de felicidad [...]Por desgracia no conoceremos todas las felicidades [...]Al menos nos dan nuevas razones para vivir." Fuente Deeegie - Marcel Proust