
“La muerte es ese amigo que aparece en las fotografías de la familia, discretamente a un lado, y al que nadie acertó nunca a reconocer.
La muerte, en fin, es esa mancha en el muro que una tarde hemos mirado, sin saberlo, con un poco de terror”. Eliseo Diego
Se le haría a usted posible que en este relato estén los registros de un hombre ya fallecido. Pues este es mi caso, omitiendo cualquier efecto de rechazo por quién lo lea, o de escepticismo, he optado por comentar que en la noche de ayer fui asesinado. No se cuantos muertos han tenido la gran idea o por mejor decir, opción de explicar los pormenores de su muerte. En mi caso específico, me encuentro en una situación incomoda, porque llevo pensando como le contaré a mi madre, mujer vieja y enferma, sobre mi defunción.
Me he sentado en su mesa, a recibir el desayuno diario, con mi hermana que me mira de manera extraña, le pregunto que le sucede y no responde nada. Tomamos los cubiertos, yo los regreso a la mesa y dedico un silencio en homenaje a mi muerte. Las miro, mientras comen, y después de ver que nadie sea decidido a romper ese silencio que comienza a ponerse incomodo, tomo la voz y miro a los ojos a mi madre,
Mamá !ayer me mataron!
Escuchó sus alaridos, me alega ¡que como fui capaz de morirme en esta escases económica!, me pregunta que ¿como así?, que si vio mijo le dije que no saliera tan tarde!…que ¡¿ahora que iba hacer ella para mantener sola a mi hermana?!, ¡que como se me ocurría a mi morirme ahora!, porque no después...
Son las 7 de la mañana, suena el teléfono y mi mamá se despertó para contestarlo.
-alo
-alo buenas, es usted la madre de Federico Rincón?
-si ¿porque? ¿Pasa algo? ¿Quién es usted?
-ah señora, lamento comunicarle esta mala noticia, pero su hijo fue dado a muerte en la noche de ayer.
-¡Que! ¿Como así?, usted esta bromeando ¿verdad?, dígame que es mentira. Señor, mi hijo no le ha hecho mal a nadie, no es posible que haya sucedido algo así
-No, no señora, que pena. En realidad, no es una broma, mi sentido pésame...
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-alo, señora, le paso algo, ¿se encuentra ahí?
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- alo, alo, alo.
Minutos después la vi tendida sobre la cama llorando, quería acercarme a ella y abrazarla, para decirle que no se preocupara, que todo estaba muy bien, que después de todo la muerte no era tan mala como la gente pensaba. Le diría como siempre para tranquilizarla, como cuando no teníamos con que pagar los servicios ni el colegio de lucía; mamá morirse es una acción mas de la existencia, es como comer, dormir, pero no esta mal morirse de vez en cuando, y menos ahora que la muerte camina por las calles llevándose a cualquier miserable, me tocó a mi, mañana le toca a otro, y así sucesivamente. Mamá no lloré ¡por favor!, que me parte el alma verla así, -ahora que solo poseo alma- yo voy a estar ahí pendiente de las dos, mamá no me haga llorar ¿si?
Porque inversamente había tratado de ver la muerte de la mejor manera posible, ¿que podía hacer yo?, lamentar sobre mi cadáver un cuerpo que deje ir por indulgencia.