
He callado, no he dicho dolor, cuando mi llaga ardía hasta fusilarme la cabeza,
tampoco creo haberte dicho que te extraño, ni que presiento tu ausencia en las mañanas
con una fuerte estaca atravesándome la espalda.
En esos instantes ausentes de mi, vislumbro la luz
que re invento queriendo descifrarte entre mis sábanas.
¡No hay ya mas cuerpos ungidos en uno!
solo mis abrazos buscando encontrar calor entre tinieblas.
Una imagen desnuda que iluminé tal vez, la ceguera de mi alma?
No, solo mi imagen reflejada en el espejo de la habitación curtida por el tiempo y el desamparo.
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