viernes, 18 de junio de 2010
BOVARISMO
BOVARISMO
"...enfermedad textualmente transmisible". Daniel Pennac - "Como una Novela"
Por Marcelo Scalona
El Bovarismo es una de esas enfermedades que (curiosamente), debería propagarse para fortalecer al hombre y salvaguardar la especie. Es más, sólo si sucede una pandemia universal de bovarismo, el hombre del futuro podrá sobrevivir a las máquinas, las corporaciones y el discurso unilateral del poder nuclear. Sonará extraño, pero es así; el cuerpo necesita algunas enfermedades para fortalecerse, y está probado que una de las que más restaura el ánimo y la inteligencia, es el bovarismo. Luego están los amores imposibles, pandemia más antigua de la humanidad, incurable y devastadora, auténtico motor de todas las luchas. Un beso furtivo es el terror de cualquier leucocito o linfoma, pero de eso hablamos a menudo, o mejor dicho, no hay instante en que no palpitemos su virus omnipresente: sangre, saliva, leche, sudor y lágrimas. Nada fortalece más al hombre que la búsqueda del ausente enamorado. Pero hoy hablemos del bovarismo. Es una enfermedad evolutiva, empieza con un simple "mi mamá me mima" a los cinco años, de mano de la señorita Yolanda o la Salita Azul; luego sigue con Caperucita y el Lobo, Harry Potter, Sandokán, El Señor de los Anillos y Las Mil y una noches. Ya en la adolescencia, un hermano mayor que tuvo todas las enfermedades, como al descuido, igual que si dejara un condón, te deja en la mesita de luz el "Bestiario" de Cortázar y te hace un seropositivo para toda la vida. El bovarismo es una enfermedad incurable, crónica, sintomática y con recidivas diarias, sobre todo a la hora del ocaso. Por ejemplo, no hace falta haber hecho un cuatrimestre en Medicina para saber que, "Los Heraldos Negros", un domingo a la tarde, le bajarían las defensas al mismísimo Charles Atlas. El nombre o bautizo de la patología es en honor al personaje de Gustave Flaubert (Madame "Emma" Bovary), pero el primer descubridor del virus fue Miguel de Cervantes Saavedra, ya que el primer caso clínico que registra la ciencia, es precisamente "Don Quijote". Ese es el padre de la enfermedad; el ingenioso hidalgo fue el primero en contraer el terrible mal del bovarismo. ¿En qué consiste? Es una compulsión frenética por la lectura de libros de ficción, que provoca en el lector (y desde el mismo momento de la lectura) una confusión mental y anímica que lo lleva a creerse dentro de la fantasía, de modo de abstraerse peligrosamente de la realidad, intentando al mismo tiempo, mediante una operación alucinatoria, delirante e inútil, tratar de participar en "la mentira" que lee, y modificar "la verdad o realidad" en que vive. Es terrible... se produce una alteración de las defensas, pulsaciones aceleradas, sudores fríos, un frenesí de dicha solamente comparable a la plenitud física. Pero no es virtual como la Internet, sino que aquí se produce realmente una simbiosis "realidad‑fantasía", que provoca cambios inmediatos en los enfermos. Por ejemplo, por algunas novelas de amor con final feliz, se han descripto casos de entusiasmo adrenalino‑sinérgicos sólo comparados al triunfo de la heroína. ‑¿Qué heroína? ‑No se sabe bien... puede ser la de la novela (por caso, Madame Bovary) o la inyectable, ese es el peligro de esta enfermedad. Se asimila a muchas cosas que parecen la dicha. Digamos que la fantasía de lo que se lee, comienza a teñir la realidad del lector y a ocuparla, como el delirio de la fiebre se va quedando con todas las palabras del enfermo. Al Quijote lo trastornaron las novelas de caballeros y su pena de amor por Dulcinea. El hidalgo manchego tuvo las dos enfermedades juntas, por eso ha conseguido hacerse un clásico, quizá el mayor: hay quien dice que con él nació la novela moderna, europea, burguesa; o la novela, a secas. Emma Bovary es otro prototipo para el microscopio. Devoradora de novelas románticas, enamorada, enamoradiza de personajes reales, inventados o invisibles, llegó a ese estadio grave de la enfermedad en que el paciente (lector), no halla el lugar y el tiempo donde vivir. Se trata de un estado de desarraigo existencial tan profundo, irremediable a veces, que el enfermo no sabe dónde vivir o cómo continuar: es obvio que no consigue entrar en la ficción, pero tampoco puede vivir en la realidad. ¡Qué joda...! ¿No? Se trata de la mayor insatisfacción conocida, un estado de continuos suspiros melancólicos por aspirar a una plenitud apenas percibida, pero desde una situación de vacío. Como si uno hubiera vivido primero en el cielo, y después, lo quieren acostumbrar a la tierra. Lo dice mejor Aguirre en el poema (*). Con los días, el desasosiego o asedio del imposible se va transformando en unos espasmos del espíritu... los médicos más simplistas no ven más que variantes de la locura, riesgos de suicidio y te derivan al Dr. Prozac. Algunos incluso, recomiendan a los padres del enfermo quemarle la biblioteca; o bien, administrarle las dosis, y entre dos cuentos de Richard Yates ‑dicen‑, obligarlo a leer una revista de "Mecánica Popular", o ver un rato la tele. Por ejemplo, "Operación Triunfo" funcionaría como una especie de electroshock que saque a Emma de ese estado idiota de estar todo el día mirando al horizonte. ¿Nunca probaste a las tres de la mañana, desvelado por el amor imposible de "Seda" (**), ponerte a leer cómo se limpian y lubrican las escopetas? Es mejor el Prozac. La infección es imparable, mi hermano Oscar, en una fase terminal llegó a ponerle a su boutique de prendas femeninas, "Madame Bovary". ¡Qué hermoso cuando uno puede cruzar, rozar aunque más no sea esa fantasía...! Diga lo que diga la ciencia, hasta en Rosario, cada dos cuadras hay una librería de viejo. Los bovaristas no vamos a parar hasta ver toda la Peatonal Córdoba convertida en un solo "Pez Volador". Es que los corazones suspiran... sí... no se lo preguntes a un Cardiólogo, obvio, pero el corazón suspira, hace espasmos conjeturando un infinito de belleza presentida que lo acecha en alguna parte... quizá nos pasó de largo en la página 104... ‑‑ Belleza... ojalá reaparezcas en la 229... mi corazón suspira por vos... y al final del libro ( 500 páginas con todas las peripecias que haré para liberarte de un padre cruel, una vida de miseria y un novio proxeneta), suspiraremos juntos. Y seremos felices. (*) "Varillas de mi jardín", Raúl G. Aguirre. (**) SEDA, novela de Alessandro Baricco. www.scalonamarcelo.com.ar
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