Me he levantado con ganas de quitarme los cables de encima que me impidieron dormir durante la noche, la incomodidad de ese aparato sumado al malestar permanente en mi pecho me provocan astió, ganas de mandar todo a la mierda, me siento vieja con tan solo 20 años, hago malas caras y una depresión que había estado oculta durante mucho tiempo reaparece, esta inmovilidad y quietud me han traído viejos recuerdos, imágenes subyacen al encuentro de mis ganas de salir y el impedimento que mi propio cuerpo pone en entredicho. ¡Si! quiero fumarme un cigarrillo, tambien quiero salir caminando como antes, elevada, abstraída por unas calles que no existen en mi travesía de casa al sueño. Pero ahora estoy sentada frente a este computador, maldiciendome, maldiciendo, con ganas de correr pero sintiendo cansansio, como si llevara noches enteras corriendo detras de algo, como si literalmente hubiese salido en busqueda desesperada de algo de mi que había perdido, y salí a buscarlo, pero no lo encontre.Me quedó con la sensación en el pecho y en mi fatiga, de que esa busqueda se dió, ahora pago los platos rotos, es ahora cuando tomarse una copa de agua podría terminar refrescando este calor incierto de mi sed que no fue saciada.
Es verdad que tan solo han pasado unos cuantos días, yo lo sé, pero son días perdidos, horas muertas, eternas en el itinerario de mi calendario sin límites. Pero nada puedo hacer al respecto, no son unos examenes, ni unos resultados los que me tienen en esta disyuntiva ausencia de mis quereres matutinos, es esta exaltación, el cansancio y la debilidad de no querer levantarme de la cama. Estoy ahí, tendida sobre un aposento con ganas de pararme y hacer cantidad de cosas pendientes, pero no puedo, algo me lo impide, solo puedo pensar, llenarme de ideas vagas, de recuerdos lastimeros que retoman mi memoria, ¿para que? ¿porque regresan si habían partido?, es que empiezo a vislumbrar la tristeza a lo lejos, la veo llegar y acostarse conmigo en la cama, la veo hablarme y me rehuso en principio a escucharla, pero ella no tiene escrupulos, ni tapujos, solo quiere ser oída e insiste en arrastrarme con ella, a que la oíga, a que la deje entrar después de llevar tanto tiempo ausente...
Le digo que No, pero cuando cierro los ojos la tengo encima de mi, ya no puedo evitar su presencia, es pesada y mi cuerpo es débil.
1 comentario:
Sin afán de ofender, afortunadamente no tan cansada para postear, para que te podamos leer.
Saludos.
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