Cuando uno se sitúa en el mundo real, ese tangible que todos viven, escuchan y hasta murmuran, el tiempo es cíclico, todo se continua, un final, es tan solo el inicio de algo mas, algo que la mayoría desconoce pero que luego vivencia como un viejo recuerdo. Pero cuando uno vive inmerso entre fantasmas líricos, o narraciones vagas, empieza a verlo todo como un final, la historia inicia, se desenlaza y culmina, la historia de los que vivimos esos mundos, es que la vida “real” no tiene ciclos, es todo un eternidad constante, nada le culmina, ni le precede, todo es tan único y determinante, que un punto final, es ya la despedida absoluta. A lo máximo que podemos aspirar, es a retornar las letras de nuestras vidas, a re-leer ese “libro”, esas notas o esos versos, repetirlos y reconocerlos otra vez, como la vez primera. Ese asombro primario nos cautiva, pero nos ensordece, porque más acá del “libro”, hay una vida que continua a velocidades incalculables, muertes, nacimientos, muertes inútiles, nacimientos abruptos. Todo en ese caos irremediable, donde cualquier excusa es suficiente para comprender la fragilidad de nuestras decisiones, pese a todo, la continuidad y el afán de avanzar nos determina. El problema, para mí, es que nunca sabré hacía dónde es avanzar. ¿Que es el progreso? Si pocos saben hacía donde dirigirse, ¿como no saber que retrocedemos en vez de proseguir?, ¿como saber si no estamos inmóviles? Mientras caminamos aceleradamente, alejándonos cada vez más de nosotros mismos, de los otros. Entonces, ¿Hacía dónde es proseguir?
sábado, 22 de mayo de 2010
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2 comentarios:
¿La eternidad no será una carretera sin fin por donde gira hacia el infinito la rueda de los ciclos malditos?
Me gusta esa definición, yo aveces me siento cruzando puentes interminables, eternos y largos...
Es un camino largo, pero estoy esperando, poder cruzar el puente.
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