"Mi padre dijo una vez: si quieres ver el alma de alguien, tienes que conocer sus sueños. Asì sentiràs compasiòn por aquellos que estàn peor que tù". Arizona Dream - Emir Kusturika

sábado, 12 de abril de 2008

EL FUTURO (JULIO CORTAZAR)



Y se muy bien que no estarás.
No estarás en la calle
en el murmullo que brota de la noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
ni en los libros prestados,
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás,
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré
amor mío
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás
y diré las cosas que sé decir
y comeré las cosas que sé comer
y soñaré los sueños que se sueñan.
Y se muy bien que no estarás
ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
ni allí afuera
en ese río de calles y de puentes.
No estarás para nada,
no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.

domingo, 6 de abril de 2008

ANTES DE QUE TE APAQUES ¡QUÉMAME!...(Primera parte)



He yacido días enteros con el entierro de este cuerpo lacerado por tu ausencia,¡ hace tanto que creí perderte! Ya no reconozco con precisión el tiempo de mi estadía en este sitio, he contado los días y con exactitud sé, que es el mismo tiempo que llevo de no contemplar tu rostro. El recuerdo de una noche desvanece la falta que me hace tu voz, alegre y fugaz como cuando me traspasabas con una simple sonrisa. Y ahí estaba yo a tus pies, como siempre entre tus manos. Desearía poder decirte esto que te escribo mirándote fijamente a los ojos, no me arrepiento de lo sucedido y con esperanza quiero pensar que tú tampoco lo haces.

Un papel, un lápiz, algún utensilio para escribirte esto decentemente ¡No! En cambio solo tengo como tinta esta sangre que derramo ¡Testimonió del dolor que corroe por mis venas! Y esta pared que iré sellando en nombre tuyo y mío. A la par esperaré con paciencia el estallido fatal que acabe pronunciando el final de esta carta.

No puedo mentirte y lo sabes bien. Me conoces quizás mucho mejor que yo. Es eso lo que me hace creer que tenías conciencia de lo que aquella noche sucedería. Intuyo que las conversaciones del mismo tema tenían algún sentido. He optado por pensar que deseabas darme alguna señal de asentimiento y aceptación. No creas que fue tan fácil hacerlo, me costaba pensar al menos que nunca más te iba a poder contemplar como acostumbraba hacerlo, ja! Pensando ingenuamente que no te dabas cuenta cuanto te miraba y como lo hacía! Lo extraño, te lo confieso, mi memoria es un vasto lugar que poco a poco desdibuja tu presencia con la misma intensidad que se va borrando mi existencia entre estas cuatro paredes.

Podrías pensar que fui realmente muy cobarde, nunca tuve la firmeza suficiente de expresarte todo eso que sentía. Salgó a mi defensa porque si bien es cierto nunca te lo dije expresamente con palabras, nunca hubo un solo instante en que mi cuerpo no explayará hacía ti esa energía acumulada imposible de descifrar a través de una palabra. También sé que, aunque en vida nunca pude tener tu cuerpo y hacerlo mío, siempre fuiste mía.

En cada palabra pronunciada sentía yo palpar el desnudo de tu alma, creo haberla recorrido tantas veces, tantas noches, como prueba fiel de nuestras lagrimas derramadas a la par por el encuentro de algo extraordinario, de algo muy profundo que solo tu y yo, podíamos comprender.

En ocasiones me siento mal, nadie supo comprender las razones de mi acto. Me juzgan y no intentan al menos ver que era necesario, para mi lo era y de algún modo para ti también, ¡Cuanto desearía que estuvieras aquí!, Seguramente saldrías a mi defensa como siempre lo solías hacer cuando alguien injustamente me atacaba. Hace escasas semanas que no me alimento, ya he perdido el apetito, sólo tengo un deseo profundo de acabar con esto. Me duele y mucho. Cada vez trato de convencerme a mi misma de que lo hecho no fue un delito. Pero, como verás, me encuentro encerrada en este cuarto, hablando contigo, después de llevar tanto tiempo hablando conmigo, repitiendo aquellas palabras excusadoras que intentan redimir esta culpabilidad impuesta por los otros, los de afuera!

Amor! Estoy perdiendo mi conciencia, si por casualidad pronunció alguna incoherencia, por favor perdóname, “Nuestra sangre” inmaculada se encuentra por fin liberándose de su objeto opresor, ¡mi cuerpo!...Ya creo sentirme a escasos pasos de ti, esto es lo único que me hace pensar que todo valió la pena. Comprendí que no es suficiente con sentirte recorriendo a través de tu sangre que bebí hasta saciarme, hasta no haber una gota de líquido que no tuviera inmersa tu esencia. Realmente ¡si! necesito tu presencia, aunque como te lo dije anteriormente, no me arrepiento de lo que hice, lo disfruté y por un instante gocé el placer eterno de tu entrega total.

“Antes de que te apagues quémame…así, lentamente cúbreme entre tus cenizas, tomate de un trago mis restos, emborracha tu alma, para así correr por tus venas, ser tu eterna droga…” Anónimo

ANTES DE QUE TE APAQUES ¡QUÉMAME!...(segunda parte)



16 de Abril del 2008


No era tan difícil establecer las innumerables veces sentí la fuerte angustia de deseo que corría cada vez que me mirabas fijamente, te podría citar la cantidad de veces que en mi mente te besé y acaricié, en esos breves instantes de fijeza profunda entre tus ojos y los míos. Siempre sentí que jugabas con mis emociones, como cuando te desnudabas frente al espejo en presencia mía, nunca tuviste compasión de mí! Imposible no creer que comprendías mis nervios y el sudor que bajaba por la frente cada vez que de manera instintiva tus ropas acariciaban el suelo.

No tengo claridad en que momento preciso empecé a sentir que me estaba enloqueciendo por ti, todas las noches me acostaba en mi lecho pensándote y trayendo a mi memoria cada palabra, registraba cada movimiento de tus labios, de tus manos, tus miradas, los tonos de tu voz, cada aspecto que pasaba inadvertido, yo lo traía a colisión pensándote noche tras noche. En la inmensidad de esos recuerdos te poseía, me atrevía hacer lo que en presencia tuya era incapaz, regresaba con tu imagen desnuda, te clavaba mi mirada honda en tus ojos con intención de penetrarte, luego empezaba a penetrar tu cuerpo de la misma manera. Terriblemente para mi, cada momento que intentaba tocarte con mis manos, te desvanecías y despertaba de nuevo entre mi lecho, sollozando por la imposibilidad de tenerte infinitamente.

Después de largas y eternas conversaciones sin ningún final, quedábamos extasiadas mirándonos fijamente, en alguna ocasión llegue atrevidamente a recorrerte el rostro con las puntas de mis dedos, lo recorría y sentía muy adentro mío el deseo profundo de bajar mis manos hacía tu blusa, desabrocharte y palpar cada centígrado de tu seno, recorrerlo de la misma manera, conocerlo, sentirlo y beberlo. ¡Oh mentiras!, por alguna situación incomprensible siempre terminabas cerrando tus ojos y caías exhausta sobre mi hombro, solo me conformaba en aquel instante con tenerte tan cerca aunque corporalmente siempre te tuve demasiado lejos, casi inalcanzable.

Ahora solo traigo a colisión estas memorias de tu antigua presencia, mientras tanto sigo pensando en aquel único momento que llegue a poseerte completamente como siempre lo imagine, con tu consentimiento y pasividad. Sentía tu cuerpo muy frío, aunque el mío se encontraba en su totalidad cálido, me sumergí en las ventanas profundas que siempre habían estado cerradas para mí, esas que tantas veces intente penetrar a través de mi imaginación. Mientras arrebataba los muros protectores de nuestros cuerpos (nuestras ropas) los ungía con el aceite que emanaba de mi sexo unido a la sangre que producía el tuyo. Durante aquellos breves instantes creí conocer a profundidad la incipiente oscuridad que había ocultado durante tanto tiempo pero que ardía de pasión y que no podía evitar sentir. Jadeaba tu sexo con el mío, aunque sabía a ciencia cierta que tu cuerpo estaba inerte, era un deseo tan hondo de querer darle vida a través de este profundo placer que enardecía las partes muertas de mi cuerpo que no importaba si no eras tú la forma que sentía y penetraba con mis manos.

Con claridad recuerdo haber pintado cada partícula de ti con tu propia sangre, acariciaba tu cuerpo maravillada de tanta belleza que durante tanto tiempo había estado oculta a mis manos. Acaricié tus senos y tu sexo envistiéndolos de mi saliva ya unida con tu sangre, sentía el elixir profundo de los dioses florecer por mi aliento generado por ti misma, por esa sangre que ya era mía, que me recorría las venas y hacía pulsar ese profundo amor que tantas veces me negué a confesar. Después de saciarme hasta mas no poder de ti, confieso haber sentido un profundo vacío, me arroje a tu cuerpo queriendo atraerte conmigo de nuevo, pensando tal vez! Que dormías plácidamente y que despertarías en cualquier momento. El tiempo pasó y comprendí que no volverías a mí, que te había arrancado de esta vida solo para satisfacer una fantasía que me tenía ya al borde de la locura. Lo justifique de momento, sabría que lo entenderías perfectamente, pero empecé a necesitar tu voz, tus gestos, tu movilidad. Tenerte estática no era suficiente para mí. Aunque te aseguro que esto era necesario para mí, para mi salud tenía que acabar con tu vida para así poder tenerte. Tenía que ser yo quién te llevará hacía la muerte para ser el puente y conducto de ti, a través de mi, trascenderías a un estado mejor, ¡quizás! Por lo menos deseaba pensarlo así.

“Antes de que te apagues quémame…así, lentamente cúbreme entre tus cenizas, tomate de un trago mis restos, emborracha tu alma, para así correr por tus venas, ser tu eterna droga…” Anónimo


Destino - Salvador Dalí y Walt Disney


“Ella era la pequeña ventanita, el minúsculo agujero luminoso en mi sombría cueva de angustia. Era la de redención, el camino de la liberación. Ella tenía que enseñarme a vivir o a morir; ella, con su mano segura y bonita, tenía que tocar mi corazón entumecido, para que al contacto de la vida floreciera o se deshiciese en cenizas.”

Dolores - Soledad Acosta

Dolores - Soledad Acosta
“Yo estaba muy triste entonces: el corazón humano, sin exceptuar el mío, me parecía tan pequeño, variable e indigno, bien que en lo íntimo de él guardase el recuerdo de la mujer que amé como un ángel, pero que se había convertido para mí en un ser débil, fútil, y fácilmente llevado por la voluntad ajena. A veces la conciencia me acusaba de haber cambiado yo también. Era cierto, pero no había empezado a sentirme indiferente sino cuando advertí en ella despego. Su silencio y sus vacilaciones durante nuestra separación me la habían mostrado bajo otra luz, y el antiguo ideal había desaparecido para mí"

De las tardes-Fernando Delgadillo

De las tardes-Fernando Delgadillo
Si te tuviera una tarde para abrevarme en la voz, murmurante de tus fuentes una tarde para dos. Una tarde para siempre por las tardes que no estás, por las tardes que no han sido, y por las que ya no te vas. Quién te tuviera una tarde para andante recorrer las veredas, los atajos en los campos de tu piel, recorriendo amante valles, lomas, cauces de agua y flor, conquistando tus llanuras. toda una puesta de sol.

Herida - Rimbaud

Herida - Rimbaud
“Era la forma que revestía un amor ávido de exceder el límite de las cosas y, sin embargo, ¿cuántas veces alcanzamos momentos de felicidad irrealizables, noches estrelladas, arroyuelos que transcurren?: en el bosque de Lyon, ya en la noche, ella caminaba en silencio... sentía cómo mi destino caminaba a mi lado... Es imposible expresar con una sola frase la posibilidad que tenía de reconocerla: también soy incapaz de expresar su belleza, belleza imperfecta, móvil imagen de un destino ardiente y tenue. La fulgurante transparencia de esas noches es también inefable”. Bataille

La despedida-Fito Paez

La despedida-Fito Paez
Sabe amargo el licor, de las cosas queridas, se acabó lo mejor, quién nos quita esta herida, tu me pierdes a mí yo te doy por perdida, es la hora de huir, la despedida, la despedida ...

Ms Dalloway - Virginia Woolf

Ms Dalloway - Virginia Woolf
“Con todo, en algunas ocasiones era incapaz de resistirse al encanto de una mujer, no de una niña, de una mujer confesándole, como hacían a menudo, un mal paso, una locura. Y ya fuera por compasión, o por su belleza, o porque ella era mayor, o por alguna contingencia – como un leve aroma, o un violín en la casa de al lado (tan extraño era el poder del sonido de algunos momentos), ella sentía sin lugar a dudas, lo que los hombres sienten. Sólo por un instante; pero era suficiente. Era una revelación súbita, una especie de excitación, como un sofoco, que tratabas de contener, pero conforme se extendía no te quedaba más remedio que entregarte a temblar y sentías que el mundo se te acercaba, hinchando con un significado sorprendente, con una especie de pasión que te llevaba al éxtasis, porque estallaba por la piel y brotaba y fluí a como un inmenso alivio por fisuras y llagas. Y entonces, en ese preciso momento, había tenido una iluminación. La luz de una cerilla en una flor de azafrán; un significado interior que casi llegaba a verbalizarse. Pero la presión se retiraba; lo duro se volvía blando; el momento había terminado”.

Jose Luis Guerin - Las mujeres que no conocemos

Jose Luis Guerin - Las mujeres que no conocemos
"Vislumbraba uno de esos seres que a través de su rostro especial nos anuncia la posibilidad de una felicidad nueva. Cuando es especial, la belleza multiplica las promesas de felicidad. Cada ser es como un ideal aún desconocido que se abre a nosotros. Y ver pasar un rostro deseable que no conocíamos nos abre nuevas vidas que deseamos vivir. Desaparecen a la vuelta de la esquina, pero esperamos volver a verlos, nos quedamos con la idea de que hay más vidas por vivir de las que pensamos, lo que da más valor a nuestra persona. Un nuevo rostro que ha pasado es como el encanto de un nuevo lugar que nos ha revelado un libro. [...] Qué importa si no partimos, sabemos que existe, tenemos una razón más para vivir. Así miraba por la ventana para ver que la realidad y la posibilidad de vida que sentía junto a mí a cada hora contenían innumerables posibilidades diferentes de felicidad [...]Por desgracia no conoceremos todas las felicidades [...]Al menos nos dan nuevas razones para vivir." Fuente Deeegie - Marcel Proust