Levantarse un día,
sin las ansias comunes del contacto
de una y dos caricias en la oscuridad de un cuarto inhóspito
contando los minutos que preceden un encuentro inútil
un despojar de labios sin consuelo
una despedida del segundo que se lleva el aliento primero
un recuerdo ya fútil del abrazo anterior
son como cuerpos torpes "amándose por vez primera"
siempre
porque el cuerpo olvida los contornos
las despedidas los llantos
el tiempo los seres
y la lluvia los despojos.
No,
Amanecer un día
con una sencillez prestada
pero única
de una caricia a solas
calmando los silencios
con mas silencios
dejando caer palabras pero sin pronunciar
para que la magia no cese
y el instante no muera
en los versos que se dicen
como los cuerpos que se aman.
Buscando que la nada se asemeje a un beso de mujer,
Con una extraña conexión conmigo misma
Amando la lejanía de todo aquello que no se parece a mí
a todos
ahora
tan distantes
opacos con la luz del sol sin dejar ver más allá de los propios pasos
y las mismas huellas,
De odiarla tanto
he terminado por amarla desdeñosamente
sintiendo celos de cualquier presencia
que sin querer le espante.
Encuentro grato y mortal
con esa presencia ajena
desconocida para los ojos que le miren
inhospita también solo para quién la siente
inhabitable, oculta y lejana
la morada ardiente que se abre como pétalo
y se cierra como la muerte.
lunes, 28 de marzo de 2011
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