Tengo dos órbitas como ojos
todo lo ven,
las dos órbitas extranjeras
vienen y se van con la noche
recogen mi aliento cuando cansada estoy de respirar.
Las dos órbitas que tengo como ojos
no me ven
pero lo ven todo
y a veces parece que son mías
aunque el destello del día las encandile
siguen viendo aunque ya no vean.
Las dos órbitas palpitando
se van y vuelven como olas
a veces parece que no regresan
pero siempre retornan
amanecen y mueren en la aurora
se despiden del cantar puro de los pájaros
de unos bellos ojos inolvidables
de una mirada de tedio.
Las dos órbitas que tengo como ojos
tienen miradas que atraviesan sus contornos
aman las miradas que jamás vuelven a mirar
recuerdan una dulce caricia
y de un brillo que se expande como los temores y las ánsias
saben besar aunque nunca han besado
aman porque nunca lo han hecho
dicen adiós con los movimientos rápidos que sugiere la conciencia
pero muchas veces, la omiten
olvidan la voz y la apatía del ahora.
Para las dos órbitas que tengo como ojos
el tiempo es un pretexto para sentarse en una silla
y prender el fuego escondido tras la órbitaesa la de mis ojos ocultos
enamoradizos de cualquier cosa
presos totales del instante y de los tránsitos.
Ellas aman pero se van
las pupilas se alejan con un suspiro suspendido
no dicen adiós
se alejan como yo me alejo de ellas
mis amadas órbitas que a veces parecen ojos
pero otras, no sé,
pueden ser manos porque lo tocan todo
palpan todo y nada es suficiente para ser visto y tocado
las órbitas en trance
las insomnes
las durmientes
las que parecen manos cuando quieren
o pies porque caminan
van más allá y dentro de mi
creo que no son mías
como yo, que no me pertenezco
como la arena resbalando entre las manos
nada se tiene, mis órbitas lo ven todo pero nada aguardan,
no tienen memoria por eso olvidan
hacen lo que quieren, mis órbitas
mis ojos negros pulidos por la vida
enamorados de cualquier belleza inmóvil
de cualquier inmensidad sobre los muros de la muerte.
Tan opacas mis órbitas navegantes
viajan en barcos hechos de ceniza
azabaches como mis ojos
tan volátiles que el viento las empuja en alta mar
tan lejos
y distantes de mi como Yo de la vida.
Horizontalmente como se van las cosas bellas
así retornan de la noche mis órbitas que lo ven todo
en la profundidad de la negrura
y opacidad del llanto seco
en la espera de posarse en un árbol frágil
y de regresar a un cuerpo que les añora
tal vez en ese mismo árbol frágil
o en una rama vencida por los años.
Las órbitas que tengo como ojos
regresan a tocarme el alma
para que mi alma sepa lo que es tocar
no olvide y espere
pacientemente la llegada de mis manos
de mis ojos, que es lo mismo,
de las órbitas que parecen cenizas
de la negrura azabache de la noche
de las ramas frágiles cayendo como hojas en otoño
de las órbitas que me ven
aunque yo no pueda,
de las órbitas que caminan de regreso a un cuerpo ausente
pacientemente como espero yo
para volver a verlo todo
En tranquilidad
como esperan ellas celebrar el regreso.
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